viernes, 18 de septiembre de 2015

Waldorf Lima

Educación a través del arte

En las escuelas Waldorf el arte cumple un papel especial como medio educativo. La actividad artística exige fantasía y creatividad y desarrolla la sensibilidad por las cualidades. Por un lado se traduce siempre en un medio sensorial (colores, formas, tonos, sonidos, etc.); por el otro lado, como expresión de una voluntad plasmadora no sensorial, trasciende la manifestación puramente sensorial. Por eso es el mejor mediador entre la naturaleza sensoria y la naturaleza espiritual del ser humano.

 A la vez ocupa un lugar intermedio entre el juego infantil y el trabajo humano: “La práctica educativa y didáctica debe tender al ideal de despertar en el niño la sensación de que él aprende con la misma seriedad con la cual juega mientras el juego es el único contenido anímico de la vida. Una práctica educativa y didáctica que tiene conciencia de esto le otorgará el lugar adecuado al arte y le brindará el espacio necesario a la dedicación al mismo” (Rudolf Steiner: “Pädagogik und Kunst”, “Pedagogía y arte”, en “Der Goetheanumgedanke”, “La idea del Goetheanum”, GA 36, pág. 290). Así como de la vivencia en imágenes surge la comprensión en conceptos, también la actividad artística puede favorecer la inteligencia: “Si se toma conciencia de la medida en que se puede desarrollar lo intelectual a partir de la educación artística en la niñez, entonces se estará dispuesto a darle al arte el lugar que se merece en la escuela primaria” (“Pädagogische Grundlagen und Zielsetzungen der Waldorfschule”, “Fundamentos pedagógicos y metas de la escuela Waldorf”, pág. 21).

Al respecto Friedrich Schiller se expresa en términos radicales en sus cartas acerca de la educación estética del ser humano: “No existe otro camino para desarrollar la racionalidad del ser humano sensitivo, que desarrollar primero su sentido estético”.
Mientras que en tiempos de la fundación de la escuela Waldorf el arte cumplía un papel totalmente marginal en la educación oficial, en las últimas décadas la noción de Steiner se va confirmando cada vez más y desde los más diversos puntos de vista. Lo que se encuentra mejor investigado y documentado es la significación de la educación musical como promotora de la inteligencia y particularmente de la competencia social (Ernst Waldemar Weber, “Musik macht Schule”, “La música hace escuela”, Essen 1993). En su libro muy leído “La inteligencia emocional”, el estadounidense Daniel Goleman muestra convincentemente cuán importante es una buena educación del ámbito emocional en nuestra sociedad actual tan propensa a la violencia. Una capacidad perceptiva incrementada, sentido del estilo y sensibilidad cualitativa, pero también la afirmación de la propia voluntad expresiva, son elementos eficaces para desarrollar la inteligencia emocional; y son elementos que se desarrollan a través de la actividad artística, centrada en un aspecto diferente para cada etapa del desarrollo. 
La escuela Waldorf es el primer modelo escolar que hace décadas intenta concretar tales convicciones.

Pedagogía Waldorf en el jardín de infancia


Con el comienzo del nuevo milenio las expectativas en cuanto a la educación de los niños pequeños han ido en ascenso. Mientras más rápido son introducidos al mundo adulto, el tiempo que disponen para disfrutar y vivir su infancia a plenitud va en descenso de una manera acelerada. La desaparición de la infancia es un fenómeno contemporáneo y es el resultado de un desconocimiento de las verdaderas necesidades del niño, que conlleva a consecuencias nefastas para su desarrollo futuro.
Basado en un conocimiento profundo de las necesidades del niño, el Jardín de Infancia Waldorf lo acoge con respeto, reconociendo su individualidad y proporcionándole un ambiente hogareño, propicio para el despliegue de todas sus facultades innatas. Como resultado de este enfoque educativo tendremos en el futuro jóvenes adultos seguros de sí mismos, con aportes novedosos y valiosos para el mundo actual, producto de un pensar claro y creativo, llenos de iniciativa, sensibilidad social y con una vida emotiva rica y estable, todo esto fundamentado en un fuerte y activo sentido de lo que quieren realizar en la vida.



Desde el momento del nacimiento del niño trae consigo un impulso, un deseo de querer reconocerse así mismo y relacionarse con el mundo que le rodea, está completamente abierto hacia su entorno, por lo que las impresiones sensorias que recibe tienen un impacto profundo en su desarrollo físico, emotivo y cognitivo.

El niño pequeño tiene una confianza total en su medio ambiente lo que lo hace especialmente vulnerable a todo lo que sucede a su alrededor y debido a esta apertura aprende a conocer el mundo a través de sus sentidos. Es por eso que en los Jardines de Infancia Waldorf se tiene un cuidado muy especial por todo el ambiente que rodea al niño, proporcionándole en todo momento una riqueza de impresiones sensoriales que le permiten una relación auténtica con su entorno, brindándole oportunidades para contactarse con la naturaleza que le rodea a través de: juguetes que están hechos de material natural cuidando además la cualidad de sus formas, alimentos orgánicos y sanos, el uso de acuarelas y crayolas hechas con tintes naturales con las que el niño puede entrar en contacto con el brillo y la verdadera cualidad del color, el uso de cera de abejas para modelar, los colores suaves de las paredes, entre otros. Podríamos decir entonces que "nutrimos al niño a nivel sensorio" ya que todas estas impresiones sensoriales constituyen un alimento para su alma y modelan sus órganos internos, de la misma manera como los alimentos nutren al cuerpo físico. De esta manera el dicho popular: "dime lo que comes y te diré quién eres", puede ser igualado a "dime que tu niño percibe y experimenta y te diré quién será en el futuro".

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